sábado, 7 de marzo de 2015

Elegir el Equilibrio


No hay mayor culpa que ser indulgente con los deseos. No hay mayor mal que no saber contenerse. No hay mayor daño que alimentar grandes ansias de pasión. 

La serenidad es un estado mental. Es la calma y la quietud que necesitamos para vivir, pensar y respirar. Hay personas que llevan el peso de una carga triple: las preocupaciones que han tenido, las que tienen ahora y las que esperan tener. Nuestro presente y su correcta gestión ya es suficiente responsabilidad. Es importante aprender a clausurar los temas pasados, centrarnos en nuestro presente y no dedicar demasiada energía en anticipar nuestro futuro. Nuestra paz interior va a depender de cómo gestionemos nuestras emociones. Proponemos una gestión ecológica y, por lo tanto, inteligente y adaptativa.
Soy yo quien decide ser de una forma u otra. Soy yo quien elige equilibrio o desasosiego, quien escoge cielo o infierno. Aunque no podamos evitar determinadas situaciones difíciles o complejas, aunque tengamos la impresión de que todo se nos escapa, siempre es posible escoger nuestra actitud ante aquello que sucede. Esta es nuestra primera libertad y un ejercicio de responsabilidad que modulará el grado de sufrimiento o gozo que incorporaremos a nuestra vida y que será fruto de nuestra mayor o menor coherencia personal.
Las emociones, como la ira mal gestionada, dejan señales y causan cicatrices en nosotros mismos y en las personas que nos rodean. El autocontrol es la competencia emocional imprescindible: el enemigo
no se halla afuera, está dentro de ti, dentro de todos nosotros. Es importante aprender que es posible rechazar, sin violencia, las agresiones que nos llegan, los insultos y las ofensas. ¿A quién pertenece un obsequio? ¿a quien lo entrega o a quien lo recibe? Si no aceptamos las agresiones, si no las damos por recibidas, se las quedarán quienes hayan querido trasladárnoslas: hay regalos que no conviene recibir. Como dice el Dalai Lama, sólo cuando tenemos paz interior podemos estar en paz con quienes nos rodean. La gestión ecológica de nuestras
emociones, puede ayudamos a conseguirla.
Cuando hacemos una elección, es necesario asumir que deberemos dejar de lado las otras alternativas. Aprender a desprendemos de relaciones, ideas, objetos, emociones, ofensas y cargas, es un aprendizaje vital imprescindible para no quedar anclados y poder seguir adelante, ligeros de equipaje. Es posible elegir el equilibrio, vivir intensamente nuestro presente con atención, centrados y abiertos a la vida. Nunca debemos olvidar que hay una sola persona con la que, con seguridad, vamos a compartir toda nuestra vida: nosotros mismos. ¿Escogemos vivir con equilibrio o escogemos el desequilibrio? Nadie puede decidir por nosotros.

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